lunes, 24 de diciembre de 2012

CUANDO COPI PREFIGURÓ UN VESTIDO DE LADY GAGA

En La guerra de las mariconas (1982),  un texto de  Copi - plagado de situaciones delirantes- hay un fragmento que prefigura a Lady Gaga y su famoso vestido de carne. Allí se narra la vestimenta de una tribu de travestis y homosexuales brasileños llegados a Francia:


 “Estaban vestidos, y no miento, con carne. Uno llevaba un collar de tripas anudado alrededor del cuello, y nada más; otro se había hecho un sombrero con una pavita; algunos llevaban vísceras verdaderamente repugnantes; uno se había hecho una suerte de corpiño de plástico que rebosaba de bofe e hígado, otro tenía un conejo despellejado entre los dientes”.
La obra, escrita originalmente en francés, me pareció una de las más entretenidas que leí en mucho tiempo. Es cierto que la temática y el estilo de escritura, luego de cierto tiempo, dejan de sorprender, y hasta pueden resultar tediosas. 

El argumento es estrambótico, al par que sarcástico y esdrújulo (?): el narrador se enamora de un hermafrodita brasileño -Conceição do Mundoque resulta ser el príncipe de una tribu del Amazonas que habitan en la Luna. El tono es descarnado y, como imaginarán, políticamente incorrecto. 

Súbitamente aparece Michel Foucault tirado en unas baldosas, Margarite Duras en posición fetal y adentro de un tacho de basura; en otra escena le cortan la cabeza a un negro con cara de gorila y alguien se pone a jugar al fútbol con el cráneo, y así siguiendo. 

En medio de todo este candombe, hay espacio para las reflexiones metafísicas:

“El placer es como el nacimiento o como la muerte, nos ocurre una sola vez, pero al nacimiento lo olvidamos y a la muerte la ignoramos; el placer es ese único instante de éxtasis cuyo recuerdo o ilusión nos mantiene vivos. Nos ocurre solamente una vez. El resto de la existencia, antes y después, es tan sólo una reflexión al respecto".
En fin, tengo las uñas crecidas y,  en cada golpeteo que le doy al teclado, se van borrando las letras. Muy loco todo (?). Me aburrí de escribir sobre Copi (Paste). Chau, ¡sean felices!

P.S.: Al fin terminé de ver la sexta temporada de Lost. Estuve pispeando diversas lecturas que se han hecho de la serie, y algunas me parecieron exageradísimas. La visión de Daniel Link, por caso, se zarpa en esnob.  Prefiero los minuto a minuto que en su momento escribió el Corvino. Me mudé a Dexter, y la verdad es que estoy re contento con el nuevo barrio. La casa queda en Miami.

sábado, 22 de diciembre de 2012

SAWYER MIRA A LOS FLANDERS EN SU TELEVISOR


Escena del  octavo capítulo de la sexta temporada de Lost:

Llega el Sawyer policía a su departamento. Está más solo que nunca: se acaba de pelear con su compañero ponja, quien le reprocha que no confíe en él. Deja el arma sobre una mesita ratona, saca una birra en lata y se calienta una pizza en el microondas. Se pone a mirar una escena de la familia Ingalls: “los anti Simpsons”, la quintaesencia de la flandersitút. 

En la escena de la escena durante la cena (de Sawyer) Laura tiene un diálogo enternecedor con su padre, que resulta incluso más meloso que los arrumacos que Bernard and Rose se daban en el asiento del avión, cerca de un conmovido Jack, en vuelo hacia Los Ángeles:


Lóra: “No estoy preocupada por mí. Sólo que no sé qué haría si le pasara algo a ti o a mamá”.

Papá Charles: “De todas formas no nos pasará nada. Al menos no hoy. Es la forma en que vives la vida: de un día por vez. Si pasas toda la vida preocupándote por si algo ocurre, antes de que te des cuenta, tu vida terminará, y habrás desperdiciado mucho de ella preocupándote” (Sawyer toma un sorbo de birra, en la tele se escuchan niños reír y jugar en la pradera).

P Ch: “¿Escuchas eso? De eso se trata la vida, de reírse y amarse el uno al otro (como Quintín y loskirchneristas), y de saber que la gente en realidad no se va cuando se muere. Tenemos todos los buenos recuerdos para sostenernos, hasta que los veamos de nuevo”.

L: “Es difícil no tener miedo, pa”.

P Ch: "Lo sé cariño, lo sé”.

EL HUMITO DE LOST: ¿ERA EN REALIDAD CARUSO LOMBARDI?

Ya voy por el octavo capítulo de la sexta temporada de Lost, y me siento como Richard Alpert tras la muerte de Jacob: uno de esos trapos húmedos con los que se limpian cosas sucias y que, dejados en la ventana para secar, se olvidan, retorcidos, sobre el parapeto que manchan lentamente.

Esta serie me está matando. Se está yendo todo al descenso y el humo de Caruso no alcanza.

Hace pocos meses que la empecé a ver: ergo, no tengo con quién hablar, ni puedo ir como un nerd infradotado a ningún  foro a especular sobre el significado de las incógnitas que no dejan de abrirse ni debatir sobre a quién ama realmente Kate ni ni Marshall (?). ¡Viejo, me están haciendo perder el tiempo y no puedo dejar la serie sin terminar!

En la sexta temporada Jack se peina para el coté -y la pone todavía menos que en las anteriores-; hay un ponja pelilargo, Sayd está cada vez más pelotudo, Kate sigue rastreando y no garcha con nadie. La rubia Claire está terrible pero tiene el pelo más pajoso que una escoba, está demasiado sucia, un poco loca y cada vez actúa peor. 

Bernard and Rose siguen siendo, como siempre, el empalagoso ananá  que afea cualquier sámbuche de jamón y queso. Lo único que les faltaría sería tener un perrito pequinés al que le agarra fiebre, es tratado por Jack y finalmente muere, para posteriormente ser enterrado en un funeral improvisado en la playa, ante el llanto desconsolado de Hurley.

No, no quiero nada.

Ya dije que no quiero nada.

¡No me vengan con conclusiones!
La única conclusión es morir.

¡No me vengan con estéticas!
¡No me hablen de moral!
¡Aparten de aquí la metafísica!
No me pregonen sistemas completos, no me alineen conquistas
De las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)
¡De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna!

¿Qué mal hice a todos los dioses?

¡Si poseen la verdad, guárdensela!

Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro de la técnica.
Fuera de eso soy loco, con todo el derecho a serlo.
Con todo el derecho a serlo, ¿oyeron?

¡No me fastidien, por amor de Dios!

¿Me querían casado, fútil, cotidiano y tributable?
¿Me querían lo contrario de esto, lo contrario de cualquier cosa?
Si yo fuese otra persona, les daría a todos gusto.
¡Así, como soy, tengan paciencia!
¡Váyanse al diablo sin mí,
O déjenme que me vaya al diablo solo!

¿Para qué hemos de ir juntos?
¡No me toquen en el brazo!
No me gusta que me toquen en el brazo. Quiero estar solo,
¡Ya dije que soy un solitario!
¡Ah, que fastidio querer que sea de la compañía!

Oh cielo azul —el mismo de mi infancia—,
¡Eterna verdad vacía y perfecta!
¡Oh suave Tajo ancestral y mudo,
Pequeña verdad donde el cielo se refleja!
¡Oh amargura revisitada, Lost de antaño y Lost de hoy! 
¡Nada me das, nada me quitas, nada eres que yo me sienta!

¡Déjenme en Paz! No tardo, yo nunca tardo...
¡Y mientras tarda el Abismo y el Silencio quiero estar solo!

Hasta siempre Lost, ¡¡fuiste un gran amor!! Pero sigo por inercia.

domingo, 16 de diciembre de 2012

SUSPENSIÓN II: LA VENGANZA DE LOST

Este blog se encuentra momentáneamente suspendido debido a que el banana del autor no puede parar de mirar Lost. Cuando termine con la bendita sexta temporada- entuavía voy por la cuarta-, y aunque sé perfectamente que me voy a decepcionar porque la historia se abre en tantas ventanas que es imposible darle un cierre coherente y la puta que lo parió no puedo parar de mirar esta serie de mierda y encima me dio por seguir leyendo el "Ulysses" de James Joyce en inglés y tiene partes brillantes pero no cazo un palenque de qué carajo está hablando y se podría decir que a veces tengo ganas de tirar el libro a la mierda y seguir mirando Lost cosa que hago porque realmente la serie me atrapó y en fin, eso... está lloviendo, hace rato que no escribo nada que valga la pena en este blog de mierda. En principio retomaría en enero... sé que Occidente puede llegar a ver paralizadas todas sus actividades porque yo deje de escribir acá y me preocupa, pero lo siento... Lost es Lost.

PD: el estilo de redacción de esta entrada no será corregido dado que pienso borrarla una vez que retome la escritura de boludeces importantes que pueblan este blog.

P.S.: chiste, no voy a borrar esta entrada. La imperfección nos vuelve más humanos (?)

martes, 20 de noviembre de 2012

EL DÍA EN QUE ROBERTO GARGARELLA RESCATÓ UN EJEMPLO HISTÓRICO DE GOBIERNO LATINOAMERICANO QUE LE SIMPATIZÓ: EL DE SALVADOR ALLENDE

En esta muy buena discusión que se suscitó hace un tiempo en Arte Política, Roberto Gargarella, ante la presión general típicamente filo k sucia caca mala corrupta, terminó por dar un ejemplo histórico de un gobierno latinoamericano que le parecía positivo: la gestión de Salvador Allende.

Ahora bien, ¿cuánto duró la presidencia de Salvador Allende? Desde el 4 de noviembre de 1970 al 11 de setiembre de 1973. Una elección esperable, dado que como izquierdistas bienpensantes nos permite dar un ejemplo histórico de un presidente que al ser asesinado, no tuvo mucho tiempo de hacer ninguna cagada. Pero ojo, que eso no le impidió a RG hacerle al gobierno de Don Salvador "miles de críticas".

Otra ventaja de la elección radica en la posibilidad de variar, para no tener que responder siempre con el típico "estoy a favor del igualitarismo que se da en los países escandinavos bla bla bla".


Y eso es lo que a mí me deja tranquilo: me gusta criticar a todos los gobiernos en nombre de mis ideas, sobre todo si se trata de gobiernos medio peronchos, pero cuando me piden ejemplos elijo a Allende y listo.

La cita exacta:


Nicolás Tereschuk: "No llego a entender cuál sería el gobierno latinoamericano que te parezca más rescatable  en los últimos cien años.
Saludos"

RG: "el de salvador allende. lo que no me priva de hacerle un montón de críticas, porque apoyar a un cierto gobierno no implica callarse las críticas, no? hablemos luego de la ley antiterrorista, de proyecto x y de reposo, sino parece que estoy respondiendo encuestas. abrazo"

domingo, 18 de noviembre de 2012

EL PERONISMO, SEGÚN UN COMENTARISTA DEL BLOG DE TOMÁS ABRAHAM

En el siguiente link, un tal Marcos nos ilumina con su "análisis" del peronismo:

"A mi manera de ver una de las cosas, que destaca al peronismo es su capacidad para convocar a tanto chorro, a tanto metedor de la mano en la lata de dineros ajenos, a tanto corrupto apilado dentro de una misma sigla política. Y no es que la corrupción y el robo descarado e impune sea la excepción que confirma la regla, sino que mas bien resulta exactamente al revés, y es la decencia administrativa la excepción dentro de cualquier gobierno peronista. Me viene a la memoria el caso del senador por Entre Ríos, Alasino que se construyó frente a la ribera del Río Uruguay una mansión que por su tamaño se podría igualar al del viejo Cabildo de Buenos Aires con su recova incluida, para no hablar de la pista de aterrizaje con la extensión similar a la de un aeropuerto internacional que el ilustre riojano hizo construir con recursos públicos para su uso personal en su provincia. Entonces cuando se habla de “modelo inclusivo” esta frase se transforma sencillamente en una coartada, que sirve para legitimar los latrocinios, y convierte en cómplices de estos a la porción del electorado que comparte o compartió algunas de las migajas de un robo tan escandaloso. Es precisamente el hecho que se encuentran obligados a distribuir algo del botín, para legitimar sus robos obscenos, aquello que se denomina como modelo inclusivo. De allí también, la famosa frase legitimadora: “roban pero hacen”".

¡Qué difícil se vuelve desterrar este tipo de lugares comunes! Lo más triste es que son pseudo-reflexiones que crecen como el moho en una pard húmeda. El amigo Marcos tiene una suerte de corruptómetro incorporado que lo hace concluir que robar forma parte del "ADN peronista". ¿Cómo medirá la corrupción, haciendo inducciones apresuradas a partir de anécdotas personales? ¿Por las tapas de los diarios? ¿Por el índice de percepción de la corrupción? Remito a la siguiente discusión del blog Mesa de Autoayuda K, que me pareció muy interesante. En cuanto pueda, amplío mi visión en los comentarios.

sábado, 20 de octubre de 2012

DESCANSANDO EN GUALEGUAYCHÚ



¡Qué lindo es disfrutar de un fin de semana en Gualeguaychú! Morfo un asadito por día, camino bordeando el río, ando en bicicleta.... En estos momentos estoy sentado en Café y helados –un barcito muy bien ubicado, con wi fi- escuchando El jardín de los presentes de Invisible en la computadora, mientras miro a la gente pasar.

Entre paréntesis: acaba de pasar una rubia de ojos celestes mirándome mirarla y dejándome un poquito enamorado. Me recordó el poema de Baudelaire ese, que creo se titula "A una que pasa" o algo por el estilo. Lo cierto es que por estos lares, las chicas lindas abundan.

Cada tanto aprovecho para leer, en forma salteada, alguno de los libros que traje. De camino para el café me pintó comprarme dos libros: Encuentros, el lado B del amor, de Gabriel Rolón; y la edición conmemorativa de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Releí Maus, de Art Spiegelman (¡extraordinario!); estoy leyendo el primer tomo de las Obras completas de Bioy Casares -más precisamente La invención de Morel-; las conferencias Sobre el porvenir de nuestras escuelas de Nietzsche y dos libros del crítico inglés Simon Reynolds.

¿Por qué cuento esto? Porque no se me ocurre una mierda para escribir en el blog.
 
El libro de Rolón es grosísimo: dice cosas como que el amor no siempre es algo maravilloso y que todos nos vamos a morir (?). Cágense de la risa, pero con esos textos “amenos”, Rolito se ganó sus buenos mangos. 

¡Qué groso Messi! Cada día juega mejor... no me deja de admirar ese pibe. Se acaba de mandar tres goles, uno más lindo que el otro.

"Enderepente" me pintó extrañar a mi hermana. En fin...

¡Sean felices!

domingo, 30 de septiembre de 2012

ALGUNOS CLIVAJES PARA ENTENDER UN POCO MEJOR LA POLÍTICA ARGENTA

Visto y considerando que me lloran los ojos a consecuencia de una conjuntivitis úta y vigilante que tiene mucho aguante, disfruto de escuchar hermosos temas como éste, mientras les copio y pego un muy buen artículo de José Natanson:



Por José Natanson

Desde la recuperación de la democracia en 1983 hubo tres grandes impulsos de cambio progresista: el alfonsinismo, el Frepaso y el kirchnerismo, cuyo éxito se explica, entre otras cosas, por su capacidad de establecer nuevas líneas de división política (clivajes, en jerga politológica) en torno de las cuales se organizaron la competencia electoral y el debate público.

Comienzo por el principio. Raúl Alfonsín, uno de los pocos políticos de primer nivel que se habían opuesto públicamente a la guerra de Malvinas y que había denunciado los horrores de la dictadura, fue el primero, también, en comprender que las elecciones de 1983 no marcaban un retorno transitorio de la democracia, supeditada al juego pretoriano y la voluntad de los militares, sino el inicio de una nueva era institucional. Con su denuncia del pacto militar-sindical y su apelación a los valores democráticos (cuyo emblema fue el recitado del preámbulo de la Constitución como un rezo laico), Alfonsín logró que la discusión política se estructurara en torno del eje dictadura-democracia, y ganó las elecciones.

Más tarde, cuando Menem firmó los indultos y confirmó su giro definitivo a la ortodoxia económica, Chacho Alvarez se convirtió en el primer dirigente peronista en romper con su partido, un salto sin red ni paracaídas al llano de la política. Tras vegetar en el subsuelo de la consideración popular durante unos años, Chacho encontró su gran momento cuando el alfonsinismo se mimetizó con el gobierno en el Pacto de Olivos, habilitando un espacio para la oposición que no demoró en ocupar como líder indiscutido del anti-menemismo. Con un perfil personal muy diferente del de los menemistas más notorios (nada de corbatas amarillas ni trajes de mil dólares), Chacho (y su criatura política, el Frepaso) consiguió llevar el debate político al terreno que mejor les sentaba. Su clivaje (y luego el de la Alianza) fue corrupción-transparencia, aunque el costo derivado de este éxito fue altísimo: la neutralización de la discusión económica y el fin del debate sobre el modelo.

Por último, el kirchnerismo. Quizás una de las explicaciones más importantes de su éxito –atención intelectuales que se quejan de que al Gobierno le falta un “relato”– sea su capacidad para organizar la disputa política alrededor del eje neoliberalismo-antineoliberalismo (y sus derivaciones: mercado-Estado, producción-finanzas, concentración-redistribución). Las medidas más interesantes de los últimos años se inscriben en esta lógica, desde la renegociación de la deuda externa en los inicios del ciclo K a la nacionalización de las jubilaciones o la creación del Ingreso Universal para la Niñez. Del mismo modo, el segundo clivaje instalado con éxito por el Gobierno –dictadura-derechos humanos– también explica algunas de sus movidas más virtuosas, como la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, y otras que, inesperadamente, ha logrado situar en este marco (la capacidad de centrar el debate por la nueva regulación de los medios audiovisuales en la necesidad de cambiar la “ley de la dictadura” ayuda a explicar su éxito, pero también sus fallidos: la desdichada comparación del embargo de goles con el secuestro de personas).

Inversamente, el gran fracaso político del actual Gobierno –el conflicto con el campo y su traducción electoral en la derrota en los comicios de junio– se explica por una larga serie de motivos, desde su intransigencia negociadora hasta la capacidad de las organizaciones de productores rurales de mantenerse unidas. De entre todos ellos, quizás uno de los más importantes haya sido la obsecación kirchnerista en centrar el conflicto del campo en un clivaje que se reveló inverosímil: la división pueblo-oligarquía no logró convertirse en el eje de la disputa política, pese a los esfuerzos del Gobierno por dotar a su posición de un tono épico y plantear el conflicto en términos epopéyicos (en uno de sus discursos menos felices, Kirchner llegó a hablar de “comandos civiles”).

Y ahora, como se comprueba prestando una mínima atención a los discursos oficiales, el Gobierno busca que la disputa creada en torno del Fondo del Bicentenario y la remoción de Martín Redrado se inscriba en esta división del campo político. Por una vez, la televisión ayuda a los Kirchner: si en su momento la imagen de un Alfredo De Angeli desdentado impedía presentarlo como el líder de una supuesta oligarquía terrateniente, el perfil de Redrado –sus trajes perfectos, la fachada de su casa y su impresionante Audi gris– sí permite identificarlo como un referente del neoliberalismo, lo cual demuestra que la imagen no siempre puede ser guiada con mano maquiavélica por los directivos de los canales privados y que a veces se independiza, generando efectos insospechados.

El intento oficial por situar el debate en términos de neoliberalismo-antineoliberalismo encuentra otros escollos. En primer lugar, por la evidencia de que Redrado fue durante años funcionario (y funcional) al modelo K, como vicecanciller primero y como titular del Banco Central después, por lo que no tiene mucho sentido descalificarlo, ahora, como un ortodoxo puro y duro.

Pero lo central, más allá del juego de imágenes y antecedentes, es la discusión económica de fondo, que tampoco es tan transparente. El Fondo del Bicentenario es uno de los pasos del plan de Amado Boudou –cuya formación, estilo y hasta opción estética no son tan diferentes de las de Redrado– para volver a los mercados internacionales de capitales, plan que incluye la anulación de la “ley cerrojo”, la negociación con los holdouts, el reinicio de la conversaciones con el Club de París y hasta un posible nuevo acercamiento al FMI. Y no se trata de cuestionar esta estrategia, que busca que Argentina pueda volver a refinanciar sus deudas como hacen casi todos los países, sino de ponerla en su justo contexto: acertada o no, la decisión es cualquier cosa menos la gesta antineoliberal que creen ver algunos integrantes del kirchnerismo sunnita.

El eje fue cambiando. En un segundo momento, cuando la discusión había escalado y Redrado se atrincheraba en el Banco Central, el debate comenzó a girar en torno de la utilización de los recursos liberados por el Fondo del Bicentenario, acercándose, ahora sí, a los términos favorables al Gobierno. En efecto, la idea de que el pago con reservas permitiría obtener recursos adicionales para ampliar el gasto social, financiar nuevos proyectos de infraestructura o construir más escuelas –frente a una oposición que propondría pagar la deuda ajustando– puede ser válida, pero también tiene un problema. Por mandato constitucional, el encargado de asignar los recursos es el Parlamento, por lo cual la oposición tiene todo el derecho del mundo a reclamar un lugar en el debate acerca del destino de estos fondos (esto fue más o menos lo que planteó el radicalismo cuando propuso apoyar el desplazamiento de Redrado a cambio de discutir el Fondo del Bicentenario). Esta posibilidad, ajena al estilo decisionista del kirchnerismo, obligaría al Gobierno a convocar a sesiones extraordinarias o posponer su proyecto hasta marzo.

Pero no sólo el Gobierno tiene problemas para instalar el debate en los términos que más lo favorecen. Al igual que el oficialismo, la oposición también busca instalar su propia división. La de Elisa Carrió es, desde años, autoritarismo-institucionalismo. Para un sector de la derecha, el eje es populismo-república, clivaje que reproduciría las divisiones que se viven en otros países de la región (en particular Venezuela) y que ha tenido bastante éxito en las clases medias de los grandes centros urbanos. En la campaña de 2007, la frontera elegida por Mauricio Macri fue eficiencia-ineficiencia (aunque, a juzgar por los resultados de su gestión, va a tener que ir buscándose otra idea). El eje de Luis Patti viene siendo, desde hace años, garantismo-mano dura. Y el clivaje que a su manera ambigua pero persistente intenta definir Julio Cobos es quizás el más inteligente de todos: al centrar la disputa en el eje consenso-conflicto, el vicepresidente instala un clivaje que niega los clivajes, una división del campo político cuyo quimérico objetivo es superar las divisiones.

La estrategia es astuta pero no perfecta. Cobos ocupa un lugar institucional único, que lo ayuda y a la vez le impone límites a sus ambiciones. Lo ayuda porque, desde su cargo de vicepresidente –es decir, como nexo natural entre el Legislativo y el Ejecutivo– puede afirmar que quiere “ayudar” al gobierno del cual sigue formando parte. Y si el oficialismo denuncia el cinismo y el fondo anti-institucional detrás de esta postura, Cobos responde que su intención es ayudar a la Casa Rosada incluso contra sus propios deseos (como si el Gobierno fuera un chico que no sabe lo que quiere): ésa fue, de hecho, la justificación del voto no positivo. En este contexto, su principal atributo político –la percepción social de que es un límite a los Kirchner– le exige mantenerse en su puesto de vicepresidente, pero también puede encerrar el germen de su fracaso si alguno de sus movimientos es interpretado como obstruccionismo o, peor aún, desestabilización. El problema es que la idea del consenso no puede funcionar siempre. En ciertos momentos, la política exige definiciones por sí o por no (y, por lo tanto, conflicto). En la disputa por la 125, Cobos votó contra el Gobierno; ahora, según han dejado trascender sus allegados, podría acompañar con su voto en la comisión la decisión de Cristina de desplazar a Redrado del Banco Central. Obligado a medir milimétricamente cada movimiento, cada gesto, Cobos transmite una combinación de moderación y firmeza que le ha dado buenos resultados, aunque la cornisa por la que camina es estrecha y la distancia de 2011, muy larga.

jueves, 20 de septiembre de 2012

FACEBOOK, LAS REDES SOCIALES Y EL CLIENTELISMO

Aquí tienen un muy buen artículo de María Esperanza Casullo sobre la cuestión del clientelismo. Se armó un debate interesante, con voces diversas (aunque predominantemente kirchneristas o filo-kirchneristas).

La foto que ilustra el post fue compartida por varios de mis contactos en mi cuenta personal de Facebook.

A más de uno le deben llegar muchas muestras de racismo e intolerancia similares a las que ilustra la foto.

Es importante criticar aquellas cosas que nos parecen mal del actual gobierno. Eso sí: les aseguro que este tipo de fotos hace que cada vez me acerque más al oficialismo.

En éste link puede leer un muy interesante post de Abel, sobre el candidato republicano Romney.

Adenda: Si pinchan aquí, podrán ver una entrevista muy interesante a César González -alias Camilo Blajaquis- : un escritor  y poeta cuya experiencia de vida vale la pena conocer.

En este artículo, Sarlo tiene la suficiente amplitud mental como para señalar cuestiones que se le escapan a varios periodistas y "pensadores" de la tribuna de doctrina:

(...) Décadas después, el lenguaje de la discriminación vuelve a utilizarse para describir a los manifestantes del jueves pasado. De nuevo, las calles que se mencionan son Santa Fe y Callao como centro místico de la convocatoria. Si ese lenguaje podía describir adecuadamente la anterior movilización de caceroleros, que fue pequeña y poco entusiasta, no parece el más adecuado para la última. El cruce emblemático de las dos avenidas de Barrio Norte tuvo decenas de espejos en las ciudades argentinas.

Sin embargo, las críticas kirchneristas a la movilización del jueves se apoyan en datos y citan consignas indiscutiblemente escritas en las páginas de Facebook que propagandizaban la convocatoria. Allí se ha usado el lenguaje del odio contra los planes sociales y la asignación universal ("planes descansar" y "asignación para coger", entre otras frases), que no salió de la cabeza de Cristina, sino de una iniciativa presentada, hace años, por Elisa Carrió. Este despiste ideológico, la antipatía contra la política y el encierro dentro de los propios deseos indican el terreno fracturado en el que se mueve la protesta.

Por televisión algunos relatores periodísticos se entusiasmaron recordando la "primavera árabe". No recordaron, sin embargo, quiénes ganaron las elecciones en Egipto después de esas movilizaciones de masas. Por televisión también se subrayó la ausencia de toda interpelación política. Se olvidó, sin embargo, que es la política la que puede dar una continuidad a las reivindicaciones de quienes se movilizaron el jueves.

Para seguir leyendo:






martes, 18 de septiembre de 2012

ALEJANDRO KAUFMAN Y LOS CACEROLAZOS DE 2001

Me pareció interesante hacer “revisionismo histórico” con una entrevista que Alejandro Kaufman le dio a Página 12, publicada el lunes 28 de enero de 2002. Les copio y pego la entrevista:

 “Uno no constituye una acción política por los ahorros”

Lejos del entusiasmo por los cacerolazos, ve un capricho donde otros leen una toma de conciencia. Critica el consumismo y la complicidad con los que prometieron acercarse a Miami a costa del sufrimiento y la marginación de otros. Una crítica dura que hace pensar.

 Por María Moreno

¿Qué opina del entusiasmo del italiano Paolo Virno ante los cacerolazos en Argentina? ¿Comparte su entusiasmo ante el surgimiento de la “multitud” en desobediencia civil?

–Cuando Virno percibe algo positivo en lo que está pasando en la Argentina, vía cacerolazos, está hablando desde sociedades que tienen derechos civiles, instituciones fuertes y una cultura de la integración. En la Argentina las instituciones realmente consistentes, es decir que se sustentan sobre fenómenos de integración, de reconocimiento del otro y que constituyen espacios de amparo para sus integrantes o para terceros, -porque no hay que pensar solamente en lo bueno, en lo que uno comparte– son la familia y la policía. Y cuando me refiero a la policía no me refiero solamente al cuerpo de los integrantes de la policía sino a toda la cultura policíaca.

–Le pido un poco de historia.

–Este país tenía la utopía de volver a Europa haciendo Europa aquí. Y de realizarla a través de la corriente inmigratoria con la idea de culminar a imagen y semejanza de los países llamados desarrollados. Hasta 1976 esa utopía se realizó en un proceso creciente de integración social. El yrigoyenismo, el peronismo, el movimiento revolucionario de los setenta planteaban de distintas maneras una lógica del reconocimiento del otro que es lo que define a una verdadera institución social. Cuando eso se quebró ni los emprendimientos culturales, ni los sociales, ni el enriquecimiento relativo que pueda tener una clase media fueron objeto del reconocimiento del otro –y el otro es tanto el que está arriba, como el que está al costado o abajo–. Por eso en la Argentina es tan fácil la guerra de pobres contra pobres, la ruptura del lazo solidario. Y es porque los procesos históricos que han intentado crear otra cosa han fracasado o han sido destruidos. Yo creo que si uno tiene que recurrir a una referencia sobre una experiencia histórica real de justicia social tiene que pensar en el peronismo. Y el hecho de que durante décadas buena parte de la clase media argentina, incluidos los intelectuales progresistas y las izquierdas, no hayan reconocido que el peronismo es la condición práctica de la experiencia real de la justicia social fue grave. Que hoy en día siga teniendo vigencia el término “gorila” y que haya gente que se identifica como tal indica la incapacidad de saldar la historia que tiene esta sociedad. En las sociedades donde hay reconocimiento del otro no es que no haya guerra civil ni oposición interna o lucha de clases, pero los contendientes no consideran al otro ajeno a la nacionalidad.

–O a lo humano como desde el gorilismo, el aluvión zoológico.

–En esas sociedades desde las que habla Virno yo considero al otro propio de mi comunidad aunque lo mate porque diverja con él. Por ejemplo, si yo soy un aristócrata y el otro es un punk, y ese punk vomita, yo le tiro gases pero no digo que no es de mi nacionalidad, de mi país.

–Aquí hay una enunciación que siempre retorna: el otro a expulsar se define como “no argentino”.

–En ese sentido 1955 es un primer momento gravísimo. ¿Cómo una historia se puede construir sobre la integración de todo un colectivo social a la vida económica y cultural del un país al que después se vuelve a expulsar? Si alguien creció, se desarrolló, se integró y yo lo reconozco como tal no puedo pretender que vuelva a donde estaba antes. Eso provoca una condición de desamparo, una lesión indeleble.

–Usted advierte un primer quiebre con la política de la integración en el ‘55. Más allá del comienzo desembozado de una política del sacrificio en el ‘76, ¿cómo ve una continuidad?

–En 1976 lo que se propone es: vamos a construir una sociedad sobre el sacrificio de una parte de ella. Y esto lleva a la destrucción de toda la sociedad. Porque una sociedad no puede plantearse en esos términos (fue lo que pasó con el nazismo alemán). El menemismo renueva esa propuesta con lacomplicidad de la clase media a la que le propone, bajo la condición del sacrificio de lo que ahora son catorce millones de pobres, realizar esa utopía de “ser como ellos” en su forma más baja, es decir consumista al modelo Miami. Y acá hay que señalar una cosa: Menem fue reelegido. El primer Menem mintió, el segundo fue reelegido. Y el sujeto social que ahora protesta es el que reeligió a Menem. Acá lo que duele no es que yo pierda lo que tengo sino que me lo saque el otro que estuvo de acuerdo con que yo lo tuviera. Y ese es nuestro sufrimiento. Tengo un recuerdo del último año, donde no fue el movimiento social el que derribó meramente el gobierno sino que el gobierno hizo todo lo posible por autodestruirse. Había sido un año en que cada tantas semanas había un nuevo ajuste y hubo una noche que yo sentí como un límite. Salió en un titular de La Nación algo así como “En el 2002 se está pensando en no pagar el aguinaldo”. Esa era una forma perversamente cruel no de aplicar la guillotina sino el garrote vil, ese tornillo que gira lentamente pero que no logra matar al patibulario sino que hay que volverlo a dar vuelta. No un corte cruel e indoloro sino la tortura. La pregunta es entonces ¿cómo fue posible que tardara tanto en producirse un movimiento social? Ahora, si el movimiento de los cacerolazos tiene algo de creatividad es su ira y su catarsis de ese sufrimiento.

–Usted no ve aquí esa multitud protagonista en la que Virno encuentra fecundidad política.

–Yo pienso que hay que diferenciar entre un movimiento de oprimidos y un movimiento de damnificados. El del cacerolazo es un movimiento de damnificados que están reclamando que se haga lo que se les prometió. Y lo que se les prometió era un cierto bienestar en base al sacrificio de una parte de la población, pero ese bienestar no se garantizó porque, llegado el momento, los más poderosos se quedaron con todo. Entonces, en este movimiento uno puede encontrar heterogeneidades, anomalías, diversidades, pero se trata de un movimiento que cree en la normatividad, cree en la propiedad. Que son todos conceptos socialmente discutibles, más cuando se han constituido en pocos años sobre una violencia extrema bajo la forma de la exclusión, el genocidio y el empobrecimiento. Y aquí hay que agregar otra cosa, que es también poco común en otras sociedades, y es que el problema de la Argentina no es la pobreza ni la confiscación de depósitos sino que uno obtiene algo en base a un esfuerzo en el transcurso del tiempo por un proyecto aparentemente común y después se le quita arbitrariamente y de una manera caprichosa, sin ningún motivo justificable como una catástrofe natural o una guerra. Vos fijate esta frase, “Que se vayan todos”, dicha por los caceroleros. El momento de decirla era 1984. En ese momento hubiera significado “que no vengan éstos que estuvieron donde no tenían que estar, en la dictadura de la que fueron cómplices”. ¿Por qué se la dice ahora? ¿Zamora se tiene que ir? ¿Alicia Castro? ¿Elisa Carrió? ¿Patricia Walsh? Es demencial no articular un fenómeno de protesta con los sectores que tienen algo que decir. Estos damnificados que no obtuvieron lo que esperaban obtener por su complicidad y complacencia durante estas décadas, los meten en la misma bolsa con sus propios benefactores fallidos sobre los que ahora escupen. A eso llamo yo capricho. Porque si fuera un deseo sería interesante. Es el capricho de quien tiene su subjetividad entregada al confort, a la comodidad, a la complacencia. No es casual que todo este movimiento sea de gente que nunca militó en nada, que nunca salió a la calle. Otro componente del concepto de damnificado es la conversión. Estos damnificados son conversos de lo que pensaban hace un ratito. El oprimido en cambio no es un converso, es alguien que ha sido sustraído a su deseo de libertad frente al cual la única posibilidad que le quedaba en caso extremo era suicidarse. Ahora, en ciertas ocasiones los colectivos producen esos milagros seculares o ateos que son las rebeliones. Pero no es el caso de este movimiento que vemos aquí. Hay una frase de Lenin que dice hay que separar la paja del trigo.

–Y otra de Marx que dice “Sí, hay mil obreros, pero ninguno comunista”.

–Debe significar algo parecido. Como “Muchos vecinos pero ningún ciudadano”. Porque hoy el que reclama algo es el directamente afectado, entonces se rompe la cadena de solidaridad. El que tiene hambre, pide de comer, y el que tiene los ahorros en el corralito pide los ahorros.

–Eso no tiene una dimensión política.

–Es que en la Argentina existe una política de la entrega y de la quita. Es como cuando se construyen edificios sin ventanas que se puedan abrir porque va a haber aire acondicionado, pero después no hay presupuesto para el aire acondicionado. Cuando un político quiere construir una obra nunca va a dotar de elementos a un hospital sino que va a construir un hospital porque los elementos de un hospital producen una penuria gris constante y mediocre, lloricona, que no opera políticamente pero sí opera el edificio que después va a quedar como “obra” aunque esté vacío porque no hay recursos.

Está ese átomo de multitud que protesta frente al lugar donde fueron asesinados los tres jóvenes que miraban el cacerolazo por TV. Y la que forma parte del reclamo por el corralito no asocia una causa con la otra.

–Ese acontecimiento fue muy interesante porque no pedían más cárceles, más castigos, tuvo un signo de tipo más bien convivencial. Pero no se articuló. Tengo un escepticismo muy grande en cuanto al relato entusiasta de lo que está pasando. Un amigo me decía en estos días “Habrá que catacumbarse”. A mí no me gustó esa palabra: vos podés catacumbarte frente a un poder consistente, a una institución poderosa sólida, monolítica, frente a la cual vos, como entidad débil, te escondés. Acá las instituciones son fluidas, disgregadas. La imagen que se me presenta en estos días es la de Sodoma y Gomorra, la de una ciudad que se autodestruye porque la ausencia extrema de acciones justas lleva a un todos contra todos que disuelve el lazo social. Entonces el peligro de la Argentina, la catástrofe, no es material. No es solamente la pobreza sino el desamparo al que nos hemos sometidos nosotros mismos y del que somos cómplices los que hemos podido viajar, comer, estudiar en estos años, no con nuestra acciones, sino como cuando uno acepta el donativo del poder o de la mafia. Porque el amparo no es el bienestar sino el reconocimiento frente a las dificultades. ¿Qué pasó con eso? La catástrofe de las inundaciones de la provincia de Buenos Aires que fue atroz verificó un desinterés del conjunto de la sociedad por sectores que fueron la cuna de la fuente de recursos incluso simbólicos de la Argentina. El desamparo del estanciero, del chacarero y del trabajador rural no es porque se les inundó el campo, es porque no es objeto de interés por el resto. Y no por el estado o el gobierno sino por el conjunto social. Nunca hemos sabido negarnos al sacrificio de otros que quedaron afuera y no lo digo como mea culpa, algunos hemos resistido de distintas formas, culturales, sociales, políticas, muy minoritarias, no escuchadas, no reconocidas, sin presencia en este movimiento actual. Este movimiento actual está desgajado de la historia de la resistencia de estos años que si bien trata de integrarse no está reconocida por el movimiento: Las Madres de Plaza de Mayo, los HIJOS, los familiares de presos. Los sectores educativos, por ejemplo, hemos sido totalmente denigrados porque la carpa blanca estuvo 1000 días y el incentivo se vuelve a desconocer ahora en medio de todo este movimiento. Tampoco esta salida de la Ctera planteando que no va a haber clases en marzo tiene la suficiente relación que uno esperaría con el movimiento cacerolazo. Y otra cosa que asombra es la escisión o el divorcio casi total con la corriente clasista y combativa y el movimiento piquetero.

Hay algo que es interesante en el movimiento que es un intento de regulación interna de la violencia.

–El movimiento cacerolazo no es pacífico. Es manso. La dinámica cacerolera es que la gente va y está un tiempo y después se va, cuando se empieza a enrarecer el ambiente. Porque hay sectores radicalizados y provocadores. Y los provocadores no son determinantes de la violencia. Unprovocador no puede producir la rotura de todos los cajeros del centro. Eso lo hace un sector del movimiento social y el conjunto del movimiento cacerolero no tiene ni la capacidad de evitar la violencia –porque el pacifismo significa el coraje de enfrentar a la violencia– ni con la policía ni con los provocadores. Por eso digo: la policía es una institución que funciona porque ha sido cómplice de la demolición de edificios mientras que el movimiento social va lleno de ira y termina rompiendo la pantalla de un televisor. No ha reaparecido la violencia en la Argentina. No digo que tendría que reaparecer pero lo que uno puede verificar es la mansedumbre. Es un movimiento manso, tranquilo a lo Piero que testimonia su inquietud por haber perdido un bienestar módico pero que, al mismo tiempo presenta fenómenos de creatividad como la ira y la catarsis que es la exteriorización del sufrimiento. Lo que sí me resultó significativo es que no se pudiese haber evitado la represión del 20. El hecho de que hubieran tenido que morir 20 personas y nadie lo pudiera evitar. En esta sociedad el hecho de que muera gente a nadie le produce miedo. No asusta. Se tolera. Entonces ahí también hay una tensión que no hay en otros países latinoamericanos entre un discurso bien intencionado de la ley, de la moral y de las buenas costumbres y de los derechos humanos y una realidad en que la vida tiene poco valor. Hay un imaginario del cacerolazo como algo de una gran potencialidad que no se está verificando. Uno no constituye una acción política solidaria alrededor de los ahorros. Se constituiría, por ejemplo, si se donaran los ahorros a los hambrientos. Qué reclamo tan desagregado y desintegrador social es por ejemplo: Yo tengo una enfermedad gravísima que tengo que tratar con mis ahorros, no me dan mis ahorros y entonces no puedo tratar mi enfermedad . Esto sucede en lugar de que haya un mecanismo social de asistencia que fue destruido. Y como fue destruido me moriré. Y siguiendo con lo de los damnificados: no es verdad que existe la propiedad de esos depósitos porque el valor de esos depósitos fue constituido sobre fenómenos de exclusión de sectores sociales y de enajenación de los bienes nacionales. No es mío sino nuestro y habría que discutir qué significa ese nosotros. No hay una relación entre lo que el movimiento cacerolazo dice de sí mismo y lo que es. No es un entusiamo, es un capricho. Es como la movilización que hubo en torno de las Malvinas, la de una multitud pasiva que en un momento dado se encapricha con algo que percibe espontáneamente y después abandona como un niño sus juguetes.

–Hay quienes ven los cacerolazos en el marco de los movimientos antiglobalización.

–El movimiento antiglobalizador como otros movimientos europeos y norteamericanos de los setenta o los ochenta han sido cuestionadores del consumismo o de la forma capitalista de existencia. Este es todo lo contrario, es un grupo que protesta porque no se les proporcionó la garantía de que iba a continuar este sistema de consumismo. Si acá se logró la globalización con una integración al consumismo, la dialéctica globalización–antiglobalización es una dialéctica que nos es distante aunque ejerza efectos sobre nosotros. A lo que se agrega una distancia literal. Para la clase media ser el país que quería ser significa aproximarse a ese mundo del que hemos sido desarraigados y del que estamos muy lejos incluso físicamente. Hoy esa distancia física que se refiere a nuestros propios movimiento corporales y al acceso a los bienes se duplicó. Porque se duplicó el valor del dólar. Somos como un tipo de clase media que vende sus muebles para poder asistir a un crucero de lujo con un millonario y después se vuelve a la casa y no tiene muebles mientras que el crucero ya pasó. Entonces ni podemos comprar un pasaje para el país del mundo donde se haga la próxima reunión antiglobalización. Y a vos el diario no te va a mandar.

–Tenemos menos acceso a los instrumentos de nuestra propia colonización. Lo que Virno cree ver en lo cacerolazos en parte puede sererróneo pero sus textos que nos servirían como instrumento crítico a traducir, nos quedarán más lejos.

–Por supuesto. ¿Y Davos? ¿Vos estuviste en Davos? ¿Te acordás cuando Perón preguntó alguien vio un dólar? Ahora no por estar lejos eso nos es ajeno porque lo vemos por televisión, lo leemos en los diarios, lo vemos por Internet. Entonces hacemos algo: entre otras cosas, un consorcio. Pero ojo, no quiero que esto funcione como una profecía. Tal vez quede un saldo positivo del movimiento cacerolazo: recuperación de la dignidad, requisición de justicia. Y quizás esta incipiente apertura a la cuestión de la nación produzca efectos después. Esto significa percibir que hay una ausencia de un nosotros que nos deja en el desamparo y que sin esa idea cualquier emprendimiento que hagamos peligra quedar en la intención.